lunes, 25 de noviembre de 2013

La Signatura de la Esfinge. (Fragmento) Rafael Arévalo Martínez

Este Dibujo lo Hice yo, para mi propia Esfinge

" Hic sunt leones (de los mapas antiguos) Apenas concluí mis abluciones matinales, escribí a Elena la carta que llevó un propio. Me estremecía de comprensión y de deseo de comunicarme con la extraña y bella mujer, al escribirla. La carta decía:
Guatemala, 22 de enero de 19...
Mi temerosa amiga:
Ya sé cuál es su signatura, definitivamente. Ya conozco la clave de su trágica vida, que lo explica todo. Su hieroglífico es el de leona. Corro a visitarla en cuanto pueda. J.M Cendal.
Breves instantes después estaba con Elena. Encontré a mi amiga en su lecho, con su hermoso cuerpo de leona cubierto por una bata; y su leonina cabeza, de refulgente caballera enmarañada, abatida contra las sábanas. Sus magníficos ojos fosforecían en la penumbra de la alcoba. Aparecía llorosa y enferma. Le expliqué mi carta.
-Dulce amiga -dije- me preparaba a buscar en el agua fría alivio para mi cansancio cuando tuve la clara visión de su signatura, que explica su vida. Me turbé tanto que no podría decirle lo que hice inmediatamente después.
-Ante todo: ¿qué es una signatura?
-Se llama signatura a la primaria división en cuatro grandes grupos de raza humana. El tipo de la primera signatura es el buey: las gentes instintivas y en las que predomina el aspecto pasivo de la naturaleza; el tipo de la segunda signatura es el león: las gentes violentas, de presa, en las que predomina la pasión; el tipo de la tercera es el águila: las gentes intelectuales, artistas, en las que predomina la mente; el cuarto y último es el hombre: las gentes superiores, en las que predomina la voluntad. Usted es un puro y hermoso tipo de leona. No le doy más detalles porque sería largo de expresarse.
-Acepto.
Y vi los hermosos ojos de mi amiga brillar de comprensión y de majestad.
-Y ahora, ¿quiere que estudiemos cómo llegué a esta maravillosa visión? Se puede dividir en cinco partes el camino del conocimiento. Primera parte: la que empieza con la intuición inicial de cuando me di clara cuenta, en el Teatro Palace, y viendo ambas correr una cinta, de su fuerte naturaleza magnética, que al aproximarse a usted me llenaba de vitalidad y de energía. Segunda: cuando, jugando ajedrez, usted me tomó una pieza con movimiento tan rápido, tan felino, que parecía el acto de una fiera al caer sobre su presa. Tercera: cuando la concebí como una esfinge. Cuarta: cuando me enseñó su cuadro de "El León". Quinta y definitiva -la luz deslumbradora-: cuando llorosa y desencajada por el dolor, echada sobre la alfombra de su cuarto, tuve la clara visión de su trágica naturaleza de leona. Hay más invisibles jalones en este encantado sendero de sombras, en busca de lo desconocido, algunos que ya señalé, y otros que irán apareciendo poco a poco; pero no tienen la misma importancia de los enumerados.
Y para manifestárselos ahora a usted, prescindiré del orden cronológico, y pasaré, por de pronto, al de su importancia, en el que sólo quedan dos: cuando usted se me apareció como una esfinge; y cuando, toda llorosa y desencajada por el dolor, apareció clara su verdadera naturaleza leona.
Si usted hubiera seguido subordinada a su esposo; si no hubiera obtenido, con el divorcio, la libertad de acción, probablemente yo nunca habría podido llegar al conocimiento de su naturaleza leonina; pero, emancipada, usted pudo reconstruir su cueva florestal. Pudo arrendar una hermosa casa, y alhajarla. Usted misma me afirmó que prefería comer poco y restar algo a necesidades apremiantes con tal de tener una cómoda vivienda, que diera el apropiado marco a su espíritu. Naturalmente, de la casa elegida formaba parte una amplia sala. Adosada a una de las paredes, y en su medio, usted construyó una extensa especie de canapé, tan bajo que apenas se alzaba diez centímetros del suelo, y lo cubrió de lujosas telas y de almohadas y cojines singularmente bellos y suaves. Almohadones que eran una verdadera obra de arte, de extraños y turbadores matices. Sobre esta alfombra, usted tomó luego el hábito de echarse, para leer y para descansar. Este amplio lecho, que supo obtener, fue obra instintiva de su subconsciente. Usted buscaba poder adoptar su posición habitual de descanso, la única en que puede descansar: el lecho de la gruta en que reposa la leona. "


sábado, 23 de noviembre de 2013

Don Gato. Romance Español

Estaba sentado un gato
sentado en su sillita de palo,
con su media a la francesa
y su zapato picado;
recibió carta de España
que si quería ser casado
con la gatita morisca
de los ojos colorados.
El gato dijo que sí,
la gata dijo que no;
el gato de sentimiento
se echó de un tejado abajo;
se rompió media cabeza,
se desconchanvó un brazo;
mandaron llamar al médico
y el médico recetó:
tres varas de longaniza
y un puerquito bien asado;
a las once de la noche
y el gato ya había expirado.
Los gatos se ponen luto,
las gatas capotes largos;
los ratones, de contento
se visten de colorado
al ver que había muerto un rey
que tanta guerra había dado.



lunes, 11 de noviembre de 2013

¿Viviré mañana? Carlos Fuentes

¿Viviré mañana? No lo se decir 
Pero no me iré de aquí sin resistencia 
Esta recámara es mi núcleo 
Pensar bajo las cobijas es mi fuga 
Con los ojos cerrados, 
Para escuchar un miedo escondido en el silencio, 
Mi miedo que al romperse se vuelve 
El desconocido mal. 
Sea bienvenido el misterio 
Pero mi reacción , desconocida también 
También por ello me aterra 
Entonces mi temor no tiene tiempo 
De pensar su propio terror 
Y la belleza me embarga toda entera 

No existe lo predecible 
Y este es el temor mayor 
Oculto mis cosas 
No por el miedo sino por el rechazo 
De quienes piensan a medias 
“La ignorancia liberara” 

Quiero verte 
En la misma posición, sacudida en llanto, 
Despojada por sólo una semana mas 
De tus débiles apoyos 
“Cada hombre mata lo que más quiere” 
Cada mujer se dejara amar 
Hasta la muerte 
¿Cuál es el amor hasta la muerte? 
¿Es solo un peregrino 
de todas las semejanzas