lunes, 20 de julio de 2015

He aquí que tu estas sola. Jaime Sabines

He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
Haces tus cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra , a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.


jueves, 9 de julio de 2015

Como me Gustaría maldecir como Bukowski.

Como me gustaría maldecir como Bukowski
Pero no esa ruin altanería que te encuentras por la calle
Que escuchas sin mesura, como alarde de bravura
De mis patanes colegas que llaman puta
A la primera que ven correr en tacones
para a fuerza de empujones no perder el transporte
Ah me encantaría que alabaran mis blasfemias
Pero no con las sucias maneras de llamar pendejo
Al no muy brillante sujeto que guarda el Sabbath
de los pobres en labores propias de misa y descanso
Ah sería excelso poder proferir improperios
maldiciones, insultos, injurias, agravios, calumnias
de una forma tan espontánea y elegante
por supuesto con recursos estilísticos y de lenguaje
que la gente que me encuentre caminando por la calle
me pida que le llame, imbécil, asno, tonto, ignorante
Párvulo, demente, estúpido iracundo, mozalbete tozudo
O mejor aún lame-bolas, huele-culos, come-caca
Y después se alejaran dándome las gracias
Sería un placer atender a quien
Con tanto esfuerzo aprecia el arte de la ofensa lirica
Y evita responder con un
muy poco aristocrático gesto unidactilar
bienvenidos sean a quienes les guste la poesía
así esta sea profana e impía
y si uno no siempre puede tener un buen día
que eso no impida insultar siempre con una sonrisa.

Annabel Lee. Egar Allan Poe

Fue hace muchos y muchos años,
     en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
     por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
     que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
     en este reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor
     —yo y mi Annabel Lee—
con un amor que los ángeles súblimes del Paraíso
     nos envidiaban a ella y a mí.

Y esa fue la razón que, hace muchos años,
     en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
     helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vinieron
     y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
     en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
     nos cogieron envidia a ella y a mí:—
Sí!, esa fue la razón (como todos los hombres saben)
     en este reino junto al mar)
que el viento salió de una nube, helando
     y matando mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
     de aquellos que eran mayores que nosotros—
     de muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles in el Paraíso encima
     ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
     de la hermosa Annabel Lee:—

Porque la luna no luce sin traérme sueños
     de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
     de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
     en su sepulcro junto al mar—
     en su tumba a orillas del mar.