jueves, 24 de septiembre de 2015

Epistolar

No quiero que pienses que te he olvidado
Porque es bien sabido
que prefiero el viento de invierno
y las flores de mayo
 a una postal de París comprada con prisa
en el aeropuerto de Bordeaux
No es, que no me interese saber de ti
pero soy un tonto para preguntar en prosa
de aquellas cosas tan asombrosas
que seguro te acontecen desde la última vez que te vi
y prefiero guardar el tiempo
como se guarda un gran secreto
y compartirlo contigo en el lugar y momento
en que casualidad y destino
compartan el mismo camino donde te conocí
Sin embargo… para evitar volverme
a tus ojos un desconocido indiferente
déjame adelantarte con un saludo cordial
el intermezzo de mi historia…
Amada Amiga:
Los años son implacables
Y ya no puedo beber como solía
ni dormir como dormía
aunque ahora sueño más
de esos sueños que aun  despierto
invaden mi pensamiento
con ideas retorcidas, escandalosas
agresivas de descubrir nuevas palabras.
Así es, he pensado en abandonar la oficina
y dedicar el resto de mi vida
a sembrar auroras y alboradas
para cosechar, claro, después de las lluvias
hermosos versos de colores
en vivos morados, rojos y azules
ya me  he hecho  del arado
un violín, partituras y un juego de pinceles
es suficiente para empezar.
Por cierto estoy a punto de alcanzar
un do de pecho.
Por otra parte en el amor
Sabes que después de haber tenido
roto el corazón un par de veces
había jurado sobre el lecho vacío de mi Padre
(porque aún felizmente vive)
No volverme a enamorar
Pero las cosas cambian y he conocido
A una mujer sobresaliente
A quien le escribo clandestinamente
Sobre su objeto de estudio
Ya que es especialista en lo que el mundo necesita
Vulnerasti cor meum
Ella es enfermera, blanca como una hoja de papel
Sus cabellos son como una parvada de pájaros
Simplemente me gusta, como me gusta mirar el cielo
Y le robo los versos que se le caen de entre los dedos.
No soy rico, ese es un hecho y debo más de lo que tengo
Al mundo, a mis padres, los colores de una marina en acuarela
Un par de cuentos, una profecía incumplida, pero a la vida…
Y es lo que más me preocupa
¿Con que le pago que pueda llamarte amiga?
Siempre acudo a ti ante la duda
No vaya a ser que por tu virtud
En la próxima vida el samsara me coloque
A los pies de un elefante
Como un despreciable roedor
Y aún así como ratón
 de nuevo te buscaría.
Esta carta se vuelve larga
Tal vez es insensata mi forma de saludarte
Tal vez la próxima te escriba una canción.
Por tu fina atención agradezco haberme leído
Quedo de ti, desde ahora y para siempre
El Marqués de Nomeacuerdo.