Las circunstancias bajo las
cuales siempre llegaba a casa a altas horas de la madrugada eran populares y comunes, no debía sorprender a
nadie una buena borrachera, ni una estupenda borrachera y mucho menos una magnífica
borrachera, o tampoco sería sorpresa el que el amor me haya cogido (como dicen
los Ibéricos) a horas inadecuadas en lugares lejanos, todos sabemos que contra
el amor nadie puede luchar ni siquiera la muerte misma, de esta manera ya sea
por beber una copa o besar a una mujer (una bella mujer de preferencia) y sus
múltiples y placenteras combinaciones aprendí a desdeñar aquellas historias
macabras que los padres cuentan suceden de noche, generalmente para desmotivar
aquel poderoso llamado nocturno (casi siempre sin éxito) tales como los
accidentes automovilísticos, los robos, asesinatos, secuestros y todas aquellas
cosas tan en boga en ese entonces. Me gustaba caminar de noche era tan
relajante hacerlo en silencio, en penumbra, cuando tus pasos hacen eco en las
calles desiertas y de repente te transformas en parte de la noche misma junto
con las estrellas (si es que el cielo esta estrellado) o junto con las nubes
(si es que el cielo esta nublado) con el gato en celo luchando por amor (más
bien por coito) y esas sombras, las propias y las ajenas que proyecta el poco
alumbrado público que escolta cual guardia de honor el regreso triunfal a casa,
una bola flotante de fuego suspendida frente
a la ventana de la casa de mis vecinos apago de tajo mi evocación
idílica llenando mi cuerpo de ese frio estremecedor y esa violenta angustia que
los valientes (o tontos) no conocemos, pero que los cobardes llaman… miedo. Las
llamas goteaban de la esfera ardiente a unos 20 metros del piso, -una bruja-
bromeé (tal vez lo hice para no llorar) mientras repetía hacia mis adentros lo
que tantas veces había presumido “no le temo a nada” saque con decisión (aunque
con torpeza) mi celular del bolsillo de mi pantalón y active la cámara,
realmente estaba temblando (de frío) y obtuve una fotografía.
Ignorando el extraño fenómeno me
dirigí a casa fingiendo reconocer bajo el método científico una explicación
lógica y en extremo estadísticamente improbable -pero cierta- de aquella eventualidad cósmica ocurrida
frente a mis narices (que en ese momento pudieron haber sido más de cien).
Jajaja ¡un rayo globular! lo
sabía, el generoso Google me dio la respuesta después de haber pasado una de
las peores noches que cualquier hombre pudiera recordar
“El rayo
globular, también conocido como centella, rayo en bola o esfera
luminosa, es un fenómeno natural relacionado con las tormentas eléctricas.
Toma la forma de un brillante objeto flotante que, a diferencia de la breve
descarga del rayo común, es persistente. Puede moverse lenta o rápidamente, o
permanecer casi estacionario. Puede hacer sonidos sibilantes, crepitantes o no
hacer ruido en absoluto. Uno de los primeros intentos de explicar el rayo
globular fue registrado por Nikola Tesla en 1904. Se ha postulado que los rayos
globulares podrían ser el origen de las leyendas que describen bolas luminosas,
tales como la del Anchimallén de la mitología mapuche (del sur de Argentina y Chile
). Durante la Segunda Guerra Mundial los pilotos de bombarderos aliados
informaron en muchas ocasiones ser «escoltados» por un rayo globular volando
cerca de la punta de sus alas. Debido al desconocimiento del fenómeno durante
ese período, los pilotos los llamaron foo fighters.”
El día siguiente al suceso mi estado de ánimo
estaba tenso y mis profundas ojeras eran notorias, aquella en la que pienso
siempre me pregunto -¿Pasaste una mala
noche?
Tal vez debí contar mi historia en ese entonces
para liberar mi alma de aquella congoja, pero no me creería, ya en anteriores
ocasiones había sido victima de rechazo al referir mis relatos y la única
evidencia que poseía era una borrosa imagen en mi nada avanzado teléfono de un
punto brillante en un fondo oscuro –Si, una mala noche, no pude dormir bien-
respondí.
Era frecuente pasar la noche en vela frente al
monitor tecleando letras y signos en conjuntos que formaban cuentos y poemas
dedicados a la pulverizante oscuridad de la noche y a la deslumbrante belleza
de sus ojos (de aquella en la que pienso siempre (aunque este con otra)), la
mayoría de estos nunca han sido leídos mas que la vez que fueron escritos. Este
es un ejercicio casi imposible de realizar durante el día, dice Baldomero Fernández Moreno “El
poeta, la calle y la noche, se quieren los tres...”
Esa misma tarde
antes de que oscureciera estaba ya en mi cuarto puesto en ropa de dormir con
música de fondo para no ponerme nervioso mirando a través de una rendija (fue un
agujero que hice yo mismo) de mi cortina, en la ventana que da justo de frente
al ventanal de la casa de mis vecinos, -¿será acaso posible que se suceda tan extraño fenómeno nuevamente?- me
preguntaba.
Esta vez estaba
bien equipado con una poderosa cámara Sony de 5 megapíxeles, flash y zoom de 3x
ni siquiera el mismo Dios podría ocultarse de mi. En el transcurso de la noche
nada sorprendente acaeció y después de
cierto tiempo, el sueño lucho contra mi mermada voluntad de seguir observando venciéndome
al fin poco antes de las tres de la
madrugada, mi cuerpo yacía sobre la cama aun sosteniendo la cámara cuando un
sonido hirió mi apacible cordura: unos pequeños toques en mi ventana.
¿Un Ave? ¿Un
Insecto? ¿QUÉ ES ESO? ¿QUÉ
PRODUCE ESE SONIDO? No pude, levantarme apartar la cortina y enfrentar la
imagen entre las sombras de la noche de aquello que se sostenía al otro lado
del cristal llamándome con tres toques consecutivos y rápidos “Tac, Tac, Tac”
No pude.
Otra noche sin
dormir, las sabanas envolvían mi cuerpo totalmente tal como una mortaja, debe
ser un instinto primitivo el que hace sentir la necesidad de estar rodeado por
algo o de tener la espalda cubierta o por lo menos contra la pared para no
recibir un ataque desde una perspectiva obtusa a nuestra vista. Esta vez debía
aceptarlo si, tenía miedo.
El día siguiente
debí contar mi historia, lo hice primero a mi familia, y luego a mis amigos más
cercanos, solo la mitad me creyeron, la mitad restante se rieron y la otra
mitad dudaron, cabe destacar que para tener tres mitades debes de inventar a
algunos… después de todo tal vez todo fue un sueño, solo un mal sueño, bebí
algunas copas y la luz que vi fue un reflejo de algo mas mundano, los sonidos
en mi ventana fue nerviosismo y el sentimiento de que esta maldición me
perseguiría para siempre se confirmo durante la noche siguiente cuando en mi
ventana recibí, a las tres de la mañana una visita esperada pero nada grata
“Tac, Tac, Tac” la justificación me llevo a imaginar una mano de aspecto
cadavérico, de tono verdoso mas con textura de escamas que de piel y uñas
largas como garras, en resumen una pata de gallina humanizada tocando con su
largo dedo medio donde portaba un anillo de oro mi frágil ventana.
Una noche mas sin
dormir, las actividades laborales de la oficina no parecieron tan importantes
cuando decidí no asistir, los reportes pendientes no parecieron tan urgentes
cuando la cordura se esta perdiendo, ¿a quien le importa una factura cuando una
bruja llama en tu ventana?
Si, una bruja, una bola de fuego flotando en
la noche sobre las casas de la ciudad con una estructura incorpórea que se
materializa a su antojo, ajo, tijeras, listones rojos, remedios caseros y agua
bendita, todo para que la maldita no aparezca más, Padre Nuestro, no me
acuerdo, Ave María, ¿Cuándo acabara esta agonía? La noche se volvió mi tormento
¿acaso esto acabaría enfrentándola cara cara? Me cambie de cuarto tres o cuatro
veces, me cambie de casa un par de ellas y de ciudad una más, deje a aquella en
la que pensaba siempre (porque además no
me creía) pero a las tres de la mañana encontrándome en cualquier lugar el “Tac, Tac, Tac” de mi ventana me seguía.
Pero ese era mi castigo, mi castigo por verla, a donde sea que fuera los gatos
morían frente a mi casa y siempre habitaba un enjambre de moscas donde ella su
mano posaba, siempre en el punto de en medio de mi ventana, las sombras de mi
rostro se volvieron mi rostro.
Regrese a casa, a
mi verdadera casa después de tantos años, para ese entonces mi historia era ya
bien conocida, una vecina con quien salí un par de veces antes de corromperme y
que aún conservaba una hermosa sonrisa me preguntó: ¿Aún conservas la
fotografía que le tomaste?
-Si, aún-
respondí
-Hace tiempo que
deseo hablar contigo, cuando alguien me contó del porque te fuiste te busque
para contarte mi propia historia… mi historia de la noche que viste a la bruja-
Con incredulidad
y amargura le pregunte -¿De que hablas Lis?
Flor de Lis me
contó que esa noche había vivido la misma pesadilla que yo había pasado largos
años, la historia fue casi idéntica solo que algunas horas antes, la fotografía,
los toques en la ventana, el miedo, la incertidumbre, siempre a las dos de la
mañana, ¿La diferencia? Ella no vio una bola de fuego sino un asqueroso y
pululante lagarto de enormes
proporciones antropomorfas, pero… y esto es importante la maldición se esfumo
cuando se esfumo la fotografía.
Esa era la clave,
la fotografía, sin embargo para mi no bastaba borrarla, hacia tiempo que me
dedicaba a indagar este fenómeno y ya la había enviado a un centenar de
personas para que la investigasen, la había cargado a incontable numero de
foros en la red para su discusión e incluso envié un articulo a una revista
especializada que por supuesto nunca se publico, ya no tenia control sobre la
imagen, no tenia control sobre nada.
Esa noche
sabiéndome insomne por siempre me propuse establecer una tregua con la bruja y
comencé a redactar una carta donde desahogara mis años de suplicio, una carta
tan larga donde contara mis penas de amor y de vida, de empleos perdidos, de
corazones rotos, de las tantas veces que me llamaron loco; así una pagina sobrevino a otra y a esta a su
vez… una mas.
Me gusta mucho
escribir y en mis relatos incluir
referencias circulares y concéntricas: un cuento dentro de un cuento, un sueño
dentro de un sueño, un cuento dentro de un sueño, un sueño dentro de un cuento,
el tiempo circular y retrogrado, si esto fuera un simple relato no seria
sorprendente que el llamado de la bruja fuera en verdad una manifestación
subconsciente de mi mismo que en un ataque de sonambulismo me pusiera de pie
todas las noches para matar gatos y arrojar heces para culminar el rito con
tres toques en mi ya famosa ventana “Tac, Tac, Tac” eso explicaría del porque a
donde quiera que voy sucede, o viajes en el tiempo, siempre, todo se puede
resolver con una buena paradoja y un bien desarrollado bucle temporal,
fantasmas, de antepasados ocultos, de memorias olvidadas de entes sobrenaturales que mas que venganza
claman justicia, de la mujer que ahora, después de su muerte convertida en bola
de fuego purificador va volviendo locos a cada uno de los amigos de su pequeño
hijo que murió en circunstancias nunca esclarecidas tomando la forma de lo que
mas teme cada uno (eso explica la
aparición a Flor de Lis) pero por desgracia este no es un simple relato, aunque
todos ellos tomaron lugar en mi larga y explicita narración que colgó esa noche
a las afueras de mi ventana.
Una tregua, lo
que pretendía era causar lastima al ente, que al disponerse a tocar con su
largo dedo mi ventana encontrase una carta que leyese y leyese hasta que llegara
la mañana y la bruja debiese regresar a su guarida, el escrito tan extenso no
podía leerse en menos de cuatro horas lo que ocasionaba que llegadas las seis
de la mañana el sol repudiara a su oscura presencia, ¿Su respuesta?
Conmovedora, incluso un poco halagadora con marca de carbón y pulso tembloroso
solo aguardaba en la última hoja que quedaba una bien marcada firma:
Fue la primera
noche que no escuche su llamado en tantos, tantos años, ahora sabia lo que
debía hacer pues a partir de entonces un
cuento inconcluso y uno que otro poema escribía, cada día para ella, los gatos
muertos y los olores fétidos han desaparecido y ha crecido en proporción
geométrica mi trabajo, así el día lo ocupo para escribir lo que de noche me
permitirá dormir, seria tonto decir que soy feliz pero al menos ya no soy
desgraciado y una admiradora tengo que estoy seguro que en el momento en que le
aburra entrara esta vez SI por mi ventana para reclamar lo poco que me queda de
cordura.
¿La Firma? ¿Qué es lo que significa? En mi mal
persa es el apodo que ella me puso, es como ella me llama: Sherezada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu mensaje a mi estúpido Blog.