viernes, 21 de diciembre de 2012

El Inmortal. Alejandro Jodorowsky

Viajó por todo el mundo, leyó, estudió, rezó, cambió sus programaciones mentales, experimentó fórmulas alquímicas, hasta que al fin obtuvo lo que tanto quería: la inmortalidad física. “¡El tiempo me otorgará su sabiduría, las generaciones futuras me admirarán, seré dueño del planeta!” Fueron pasando los siglos. La humanidad siguió su evolución: los cuerpos se estiraron, las mandíbulas se estrecharon, los cráneos aumentaron de tamaño, los huesos perdieron su peso y los omoplatos se convirtieron en alas. El inmortal vagaba pegado al suelo, provocando muecas de asco en la humanidad volante.


El Bufón. Alejandro Jodorowsky

-Maestro, lo más bello que hay en el mundo es la diferencia. Por eso creo que Dios se desespera: todo es igual a él.

-Para su felicidad estás tú que no te pareces en nada.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Complicidad

No siempre puedo considerar
Tu burla como maldad
Ni tus besos como sinceros
pues adustos o bellos
son tuyos todos ellos
muestra inequívoca de locura
Tuya y mía
Pues sería necio negar
que el haber vivido
bajo el mismo cielo
No ha corrompido
mi cordura en delirios
De amar y no amar
lo que dices y a veces insinúas.
Más no cejo en el intento
de algún día romper
de cristal tu cuerpo
y tragar uno a uno
desgarrándome por dentro
los filosos pedazos de tu ser...
Y al instante comprender
Si eres Tu quien me traiciona
O soy Yo quien se deja vencer.

Para mayores Informes

Para Mayor Información Léeme,
no para mí, sino a mí.
Porque es difícil contrastar
lo oscuro de la oscuridad
y si de repente llego a pensar
un instante banal en ti
es tan pequeño el momento
de escribir o decir verdad
que lo aprovecho sin tardanza
a veces mezclando pensamientos
iniciados con uno o varios cuentos
iniciados con uno o varios versos
de temas tan variados que empiezo
a relatar una historia por su final
para llegar a terminar por el principio
el incierto hecho de mi discurso no es
y repito con sus cuatro letras grandes
NO ES declarar las formas universales
del amor, la soledad o al alma
mas bien, es hacerte saber con gentileza
que debes buscar con cuidado y sutileza
por que a veces escribo para ti
sin siquiera mencionar tu nombre
y otras tantas lo menciono
para cualquier otra mujer llamada así.

sábado, 8 de diciembre de 2012

¿Por?

El Hijo del Hombre en su anonimato público,
No es la Locura una delicia? Y el absurdo una razón?
Pero... falta algo. El símbolo que abra la pregunta,
Importa? Si. Habrá que crearlo y mas importante que creerlo
con lo oscuro y siniestro de lo verdadero y lo falaz y brillante de lo nuevo.
Es Justo, la justicia de lo incomprensible,
la sentencia es dada a favor del sinónimo opuesto,
del igual inverso, de la mujer oculta tras la flor.
Pero... sobra algo. La palabra que cierre la respuesta,
Búscala! No. Es la razón de la locura! Es la Delicia del Absurdo!
Es la tonta idea del corazón latiendo, Por?

Un Mal Trato.

-Véndeme tu alma- le dije, con la mayor neutralidad que mi feliz rostro podía expresar, era tan feliz porque había descubierto la fórmula para obtener la inmortalidad, pero una solicitud de tan relevantes características no puede pronunciarse con una sonrisa ya que la excentricidad de su naturaleza podría confundirla con una broma. -Véndeme tu alma- repetí.

-Si, Acepto- respondió ella. (Para ese entonces sus ojos ya eran hermosos y sus labios apetecibles)

-¿Cuál es tu precio? – dije con desinterés.

-Hazme Inmortal-

'Autorretrato como mago' o 'Autorretrato con escena mágica' (1638-39), obra del pintor holandés Pieter van Laer (alias 'Il Bamboccio')

viernes, 7 de diciembre de 2012

El día que Cristo descendió al infierno. Javier García Blanco

Detalle de 'Cristo bajando al limbo', por Andrea Mantegna | Crédito: Wikipedia.


Si repasamos la amplia variedad de representaciones de Cristo que existen a lo largo de la Historia del Arte, descubriremos una escena que se repite de vez en cuando —en especial durante la Edad Media y el Renacimiento—, a pesar de ser una iconografía poco convencional: el descenso de Jesucristo al infierno.
Esta representación resulta inusual porque si rebuscamos entre las páginas del Nuevo Testamento, comprobaremos que ninguno de los cuatro evangelistas menciona en sus textos una visita semejante de Cristo a las profundidades del averno.
¿De dónde procede entonces esta escena, en la que a menudo vemos a Cristo sometiendo al Satanás en su propio territorio, al tiempo que rescata las almas de algunos justos, hasta entonces en manos de las huestes infernales?
La respuesta hay que buscarla en los primeros siglos del cristianismo, y concretamente en una fecha cercana al siglo II de nuestra era, momento en el que se habría escrito el llamado 'Evangelio de Nicodemo', un texto apócrifo que, pese a que nunca alcanzó el mismo status de los canónicos, gozó de gran popularidad y fue bien visto por los Padres de la Iglesia.
Según este antiguo texto, tras su muerte en la cruz y antes de su resurrección al tercer día, Cristo descendió al infierno. Este singular episodio se habría dado a conocer —según la tradición del Evangelio de Nicodemo—, gracias al testimonio de los hermanos Carino y Leucio, hijos del anciano Simeón, amigo de Jesús. Los hermanos habían fallecido, y según el texto piadoso gozaron de la resurrección tras el descenso de Cristo al infierno.



Según el relato de los dos hermanos, el limbo se inundó de pronto de una luz potentísima, por lo que Adán, los profetas y los patriarcas supieron al momento quién descendía a buscarles. El diablo, a su vez, se atemorizó ante la llegada del Mesías.

Jesucristo reventó los goznes de las puertas y aplastó con ellas al diablo. Después liberó a Adán y a todos los justos que habían muerto antes de la redención de la humanidad —algo que según la tradición cristiana ocurrió cuando Jesús murió en la cruz—, y que por lo tanto estaban atrapados en el limbo.

Aunque el origen de este evangelio apócrifo es muy antiguo, su popularidad aumentó de forma notable a partir de la Edad Media, y en especial a raíz de su incorporación en 'La leyenda dorada', una célebre recopilación de vidas de santos elaborada por Jacopo della Voragine.

De ahí que a partir de esas fechas la singular escena de Cristo derribando las puertas del infierno para rescatar a los justos apareciera una y otra vez en las obras de numerosos artistas, incluso en grandes figuras como Fra Angelico, Mantegna o Durero.

En realidad los relatos en los que un dios o héroe desciende a los infiernos o al inframundo son muy habituales y comunes a distintas culturas de buena parte del mundo. Esta aventura —casi siempre son relatos de carácter épico— se denomina catábasis, y su viaje inverso —es decir, el retorno al mundo de los vivos o resurrección—, se conoce como anábasis.


En occidente es bien conocido el descenso de Dante a los infiernos relatado en 'La Divina Comedia', y lo mismo sucede con las aventuras de Odiseo (Ulises) y de Heracles (Hércules) en el Hades griego, pero hay muchos más ejemplos. Entre ellos está el caso de Orfeo, que descendió al inframundo para rescatar a su amada Eurídice, o el de los dioses Adonis y Atis.
Algo similar encontramos en el islam, pues según algunos hadices y el llamado 'Libro de la escala', Mahoma descendió al infierno acompañado por el arcángel Miguel.
En el mundo maya fueron los hermanos Hunahpú e Ixbalanqué los que descendieron al Xibalbá, el particular inframundo de esta cultura precolombina, donde se enfrentaron a los temibles señores de la muerte. En Japón, es Izanagi quien baja a rescatar a Izanami y así, una y otra vez, en prácticamente todas las culturas del globo.


Homenaje al Creador. Pan Gu nos bendiga.


En el principio no había nada en el universo salvo un caos uniforme y una negra masa de nada. Es inconcebible para el hombre imaginar una situación donde no existe nada. El caos comenzó a fusionarse en un huevo cósmico durante 18.000 años. Dentro de él, los principios opuestos del yin y yang se equilibraron y Pangu salió del huevo, que normalmente es representado como un gigante primitivo y velludo vestido con pieles. Pangu emprendió la tarea de crear el mundo: dividió el yin del yang con su hacha gigante (hacha de la cual se desconoce el origen), creando la tierra del yin y el cielo del yang. Para mantenerlos separados permaneció entre ellos empujando el cielo hacia arriba. Esta tarea le llevó 18.000 años, elevándose el cielo cada día un zháng (, equivalente a 3'33 metros) mientras la tierra se hundía en la misma proporción y Pangu crecía también la misma longitud. En algunas versiones, Pangu es ayudado por los cuatro animales principales: la tortuga, el qilin, un ave y el dragón.

Después de otros 18.000 años, Pangu se tumbó a descansar.Era ya tan mayor que su sueño fue llevándolo lentamente hacia la muerte. De su respiración surgió el viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo se transformó en las montañas, su sangre en los ríos, sus músculos en las tierras fértiles, el vello de su cara en las estrellas y la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula a los diamantes sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo (pulgas en algunas versiones), llevadas por el viento, se convirtieron en los seres humanos. Así, Pangu dio origen a todo lo que conocemos hoy en día.




Por que Cantamos. Benedetti.

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

usted preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por que cantamos

cantamos por qué el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.