En el principio no había nada en
el universo salvo un caos uniforme y una negra masa de nada. Es inconcebible
para el hombre imaginar una situación donde no existe nada. El caos comenzó a
fusionarse en un huevo cósmico durante 18.000 años. Dentro de él, los
principios opuestos del yin y yang se equilibraron y Pangu salió del huevo, que
normalmente es representado como un gigante primitivo y velludo vestido con
pieles. Pangu emprendió la tarea de crear el mundo: dividió el yin del yang con
su hacha gigante (hacha de la cual se desconoce el origen), creando la tierra
del yin y el cielo del yang. Para mantenerlos separados permaneció entre ellos
empujando el cielo hacia arriba. Esta tarea le llevó 18.000 años, elevándose el
cielo cada día un zháng (丈, equivalente a 3'33 metros) mientras
la tierra se hundía en la misma proporción y Pangu crecía también la misma
longitud. En algunas versiones, Pangu es ayudado por los cuatro animales
principales: la tortuga, el qilin, un ave y el dragón.
Después de otros 18.000 años,
Pangu se tumbó a descansar.Era ya tan mayor que su sueño fue llevándolo
lentamente hacia la muerte. De su respiración surgió el viento, de su voz el
trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo se transformó
en las montañas, su sangre en los ríos, sus músculos en las tierras fértiles,
el vello de su cara en las estrellas y la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los
bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula a los diamantes
sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que
poblaban su cuerpo (pulgas en algunas versiones), llevadas por el viento, se
convirtieron en los seres humanos. Así, Pangu dio origen a todo lo que
conocemos hoy en día.
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