jueves, 5 de junio de 2014

Crónicas de Cumpleaños.

Este mes cumplo años, y de paso también meses, días, horas y segundos, se dice que hay que celebrar un año más de vida, ¡bah! Cuando tenía cinco años quizá demasiado influenciado por la televisión deseaba una fiesta sorpresa, así que como buen niño le pedí a mi mamá que me hiciera una fiesta sorpresa con muchos niños, tal como se muestra en las películas, no recuerdo muy bien quienes eran mis amigos del Kínder  pero tengo la impresión de que eran muchos y esperaba verlos en mi fiesta,  al día de hoy solo recuerdo a un niño que se llamaba (o llama) Tomás y lo recuerdo por un peculiar olor que siempre lo acompañaba, así es olía feo. Él no era mi amigo.
Recuerdo también a Carolina ella se me hacia bonita, me gustaba, una vez le hablé en el recreo y mi infalible argumento de conquista fue resaltar el exótico color verde de un insecto posado en una ventana, un grillo –Es verde, ¿Verdad?-  le dije.
 No recuerdo si obtuve respuesta, pero en ese instante me sentí como un verdadero tonto, la peor frase que podía haber ocupado, para ese momento  ignoraba:  ¿Qué era la aliteración? (repetición de sonidos consonantes (fonemas) al principio de palabras o de sílabas acentuadas, como por ejemplo en el verso de Zorrilla "el ruido con que rueda la ronca tempestad")1  aunque  era probable que ya hubiese escuchado el conocido poema de Ramón López Velarde (mi Papá siempre decía ese verso inicial: Verde que te quiero Verde) pero, siendo objetivo,  ese grillo era un insecto más grande de lo que comúnmente se puede apreciar  incluso en ese entonces cuando aún existían ciertas áreas verdes en la ciudad, digamos un poco más “salvajes”  es decir con charcos y ranas y flores silvestres en lotes baldíos y calles sin pavimentar que en épocas de lluvia se convertían en verdaderos pantanos, había amapolas silvestres meciéndose con el viento, margaritas, girasoles y maravillas, (aún hoy mi madre y mi padre conservan la última maravilla cuasi-silvestre (porque mis padres la cuidan)) las cosas eran distintas.
Los dos crecimos (Carolina y yo), con el tiempo no supe que fue de Tomás y si mejoró su higiene (que realmente no era culpa de él) a ella la vi durante toda la educación básica, (6 años de primaria  y 3 años de secundaria aquí en México) pero me volví indiferente a su presencia  no recuerdo que fue lo que a los 5 años me gustaba de ella, y que seguramente desapareció a los 6.
Pero regresando a la fiesta sorpresa, el reto lanzado a mi mamá era que, a solicitud mía me hiciera una fiesta sin que yo lo supiera… sí interesante, casi una paradoja quijotesca.
En complicidad con mi tía (hermana de mi padre) para el día de mi cumpleaños (24 del mes) idearon un fabuloso plan de camuflaje y distracción prohibiéndome  ir a visitar a mi tía en su casa (sede de la fiesta) ¡ah! estaba emocionado, mi fiesta no tan sorpresa sería realidad, mi mamá y mi tía habían subestimado mis filosas habilidades deductivas y se había perdido el elemento sorpresa pero aún así era emocionante; a mis adentros pensé que debieron  fingir haber olvidado mi cumpleaños y realizar esta super fiesta algunos días después, cuando yo estuviera triste y decepcionado de la vida. Pero de cualquier manera esperaba muchos regalos y un gran pastel con velitas.
Con cautela llegamos a la casa de mi tía, las 4 de la tarde, todo silencioso, todos escondidos tras los sillones, bajo la mesa, en la cocina, un pie dentro de la casa todos con un grito al unísono:
-¡Feliz Cumpleaños! -
Pero momento…  algo andaba mal, muchos niños, pastel en la mesa, las mañanitas, aja, pero ¿Quiénes eran esos niños?  Conocía a un par de ellos vecinos de mi tía, y ya, eso era todo, de alrededor de 20 asistentes  había visto a solo algunos pocos en alguna remota ocasión, ni hablar de haber cruzado palabra alguna con ellos, pero por lo visto ellos si se conocían entre sí, ya que jugaban y platicaban unos con otros, un regalo, mi tía me entrego una caja bastante bien envuelta en un papel propio de un regalo fantástico: una pequeña playera tipo polo de color amarillo con un bordado en el pecho, tal vez un caimán, ¡ah! y lo mejor del mundo un auto tipo jeep también de color amarillo, de fricción, era realmente imparable , lo es todavía  ya que aún lo conservo. Ese regalo valió por todos, y tenía que hacerlo ya que fue el único obsequio que recibí (seguramente mis padres me obsequiaron ropa no lo recuerdo) bueno… ahí estaba en una fiesta con desconocidos  que se comían mi pastel y se divertían mucho,  tal vez Tomás si hubiera podido ser mi amigo en ese momento, o bien habría intentado una segunda oportunidad con la hermosa Carolina…
No es la única fiesta sorpresa que tuve, años después recibí una llamada:
-¡Juan! Me mandaron a extraordinario (examen para recuperar una materia reprobada) de cálculo (no recuerdo con exactitud que materia era) necesito que vengas a mi casa para que me expliques algunas cosas-
¡Ah! Era sábado no tenía intenciones de hacer otra cosa más que descansar, (ser tan guapo es un trabajo agotador) pero…  era Ana, (así le decíamos de cariño, creo que aún lo hacemos) mmm la regañe un poco ¡cómo era posible tal irresponsabilidad! Pero ya estaba hecho y no había solución posible más que ayudarla, uno no puede negarse nunca ante un amigo que solicita ayuda, así que quedamos que  a las 4 de la tarde la visitaría en su casa, hacia pocos días que yo había cumplido 16 años.
Con una actitud todavía molesta lleve mis apuntes, la verdad no se que tan mal estaba en la materia y desde donde debíamos iniciar. Saludé a su madre cordialmente y pasamos a su cuarto,  ella salió y de inmediato regreso en medio de bullicio y risas, ¡esta vez si eran mis amigos! Los que estaban ahí para celebrar aquella pequeña complicidad llamada vida. Me sentí avergonzado por mi actitud ¿Cómo podía estar molesto por ayudar a un amigo(a)? Cuando todo lo que querían era hacerme saber cuanto me apreciaban.  La última vez que me reuní con casi todos ellos fue cuando cumplí 27.
Creo que fue precisamente cuando cumplí 27 que decidí dejar de celebrar mi cumpleaños…  y el de todos los demás, le perdí significado, ¿Acaso no es un día más? ¿Quién recuerda el día del nacimiento de Copérnico? ¿De Galileo? ¿De Tesla? ¿De Baudelaire? Si, a veces es ampliamente conocido cuando nacieron o murieron, pero nadie celebra sus días sino sus obras. Es por eso que entre mis caprichos decidí dejar de felicitar a la gente por su cumpleaños (con excepción de 1 o 2 personas que son casos extraordinarios) y me enfoque  al estudio de la alquimia (nada relacionado con Coelho) con el afán de finalmente alcanzar la inmortalidad y dejar de contar la vida por años, y empezarlo a hacer por décadas y quizá también algún día por siglos…



1 Angelo Marchese eta Joaquín Forradellas: Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Barcelona: Ariel, 1982. Pp.21-22.

1 comentario:

  1. Algunas veces es bueno recordar cuando trajimos un poco de felicidad a nuestros padres, al mismo tiempo causaremos tristezas cuando nos vallamos, sin embargo son momentos que marcarán nuestro paso por este mundo y por cuenta propia agradezco la oportunidad de contar con tu amistad, la vida es solo un instante y es bueno celebrar lo que nos alegra. Cuando sea grande y rico te contrataré para que escribas mis yucachocopoblanoense aventuras mismas en las que muchas de ellas has estado. Feliz cumpleaños algunos gustamos por recordar fechas importantes. Pero la verdadera pregunta es cuantos años tienes? O cuantos años tienes por vivir?. Saludos

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