Que exquisita sangre
envuelve tu vida
Que maravilla tenerte entre nosotros
Que perfecto estandarte de rostros
Que angustia el no saber
tu guarida
La mar y el cielo parecen despojos
De tus ojos las miradas liquidan
A las artes de viejos
maestros
A los versos que a ti se dedican
Quien pudiera saber a su antojo
las palabras que evitan la muerte
De tu tallado marmoleo embrujo
Do procede tu alma, tu suerte
De las altas riquezas que esconden
Tus labios, tus manos, tu vientre
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