miércoles, 31 de octubre de 2012

Freaks. Tod Browning


Creo que soy un freak  porque me siento como un freak,  esto lo escribo desde la casa de la mujer en la que pienso siempre, las publicaciones en este blog del mes de Octubre de 2012 han sido sui generis.
Perdí un poco el rumbo y la inspiración se alejó  brevemente de mi, eso aunado a la carga de trabajo en la oficina que se he incrementado considerablemente  en las ultimas semanas  ha limitado mis acostumbradas publicaciones mensuales,  esta vez no publique poesía propia ni ajena, nada romántico ni de amor ni desamor y precisamente porque no he estado pensando en esos temas, preparamos una gran fiesta de Halloween (mi equipo de Uróvoros y yo)  y he salido un par de veces con aquella en la que pienso siempre lo que me ha hecho evocarla no en la forma idílica en la que lo hago todo el tiempo (que tal vez ni siquiera exista),  sino en la forma real de un hombre que mira a una mujer a los ojos, mientras ella habla y él trata de poner tanta atención en lo que dice esperando cualquier indicio del mas mínimo deseo para satisfacerlo al instante, la forma real de escuchar su peculiar risa y ser feliz… ser inmensamente feliz  por que ella es feliz y ríe y todos ríen con ella, el café y el mesero y los ancianos sentados junto a nosotros,  caminar con ella de noche (que es como me gusta caminar) con pasos cortos porque el tiempo no espera y con palabras breves porque la vida se acaba.

Encontrándome obtuso en la creación  me di a la tarea de recopilar algunos relatos adecuados a la época (de muertos aquí en México) que cuando los leí me provocaron miedo “El niño lobo del cine Mari” de José María Merino y “Tenga para que se entretenga” del virtuoso José Emilio Pacheco. Además de echar mano de cuento propio aún inconcluso, de un  Lipograma que hace referencia al relato creacionista, una referencia simbológica (que de ahora en adelante será como llamaré a mis amigos) y finalmente una historia de miedo real: Del porque se denomina Freaks a la gente rara.

La película Freaks es una pelicula estadounidense de 1932, dirigida por Tod Browning. En1931 el director había alcanzado un gran éxito con Drácula. Decidió volver a la Metro-Goldwyn-Mayer, en donde su amigo Harry Earles, un enano alemán, le sugirió la idea de adaptar el cuento de Tod Robbins, Espuelas (Spurs), acerca de la venganza de un enano, artista de circo, hacia la trapecista que intentó quedarse con su dinero casándose con él.
La película fue un completo desastre de taquilla y horrorizo al público en su época. Su amigo Harry interpretó el papel de Hans, el enano, y Tod Browning amplió el número de intérpretes que desfilarían en la pantalla con personas reales con deformidades y diversos males incluso mentales que efectivamente trabajaban en circos de la época exhibiéndose como atracciones, convirtiéndolos en los verdaderos protagonistas de la cinta, simplemente mostrando en escenas cotidianas su forma de vivir. No se utilizaron efectos especiales de maquillaje, excepto en una breve escena al final de la película. Durante muchos años esta película estuvo prohibida en el Reino Unido, y censurada en muchos países.
Hoy es un clásico de culto, pero en su tiempo fue considerada repugnante, y el público obligó a que fuera retirada de las pantallas.
Es destacable la figura de grupo que intenta reflejar el director en las relaciones internas de los fenómenos de circo, que forma el verdadero trasfondo de la película: al principio explican que tienen un código que consiste en que el dañar a uno dañará a todos los demás. En la escena de la boda los fenómenos aceptan a la trapecista en su círculo interno: se convierte en "uno de los nuestros".

Cuando se dan cuenta del engaño hacia su compañero Hans, su venganza hará literal ese título. Y esta parte es la única justificación de la calificación de esta película como perteneciente al género de terror.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu mensaje a mi estúpido Blog.